La mariposa loca revoloteó junto a la rosa, con tan poco tino que se clavó en la espina y allí quedó muerta, con sus alas azul verde oro, bellamente flácidas, caídas sobre las hojas. —¿Qué flor eres? —preguntó sorprendida y celosa la rosa reina del jardín. —Soy la legítima flor del amor —repuso la espina…