Hace no mucho tiempo vi a un buen hombre sentado en un parque con una margarita. Me recordó a la imagen que casi todo niño o adolescente ha tenido con esta flor en sus manos. Deshojando los pétalos para comprobar si nuestra amada nos corresponde o no. El hombre, de ya avanzada edad, probablemente también comprobaba si el amor tenía recompensa o simplemente le había esquivado. Pero esa ‘estampa’ me planteó indagar en la intrahistoria de este mito.
Así que brujuleando entre libros e indagando he podido comprobar que la leyenda es tan vieja como la propia historia y con tantos matices como narradores de la misma.
Existe una corriente de opinión que otorga a la margarita y al deshojar sus hojas a un origen oriental. Al parecer, los enamorados escondían un pétalo fresco de margarita y lo situaban oculto en sus pantalones. Si pasado un día continuaba con ‘cierta’ frescura podía estar contento porque el amor que sentía era correspondido. Pero si la margarita se marchitaba, todo estaba muerto: flor y amor. Con el tiempo esa leyenda llega a nuestro país, aunque con el matiz de deshojar cada uno de sus pétalos y comenzar el ‘me quiere’, ‘no me quiere’… hasta llegar al último que dictaba sentencia.
Otras corrientes de opinión circunscriben en Francia el origen de este ‘juego amoroso’ de la margarita al que catalogan como ‘effeuiller la marguerite’ (arrancar la margarita). Más antigua es la leyenda celta que otorgaba a las margaritas la posesión de espíritus de niños muertos al nacer y Dios habría rociado estas flores para entregarles una imagen bella a los padres que habían sufrido tal pérdida. Y quizás, también, por este motivo, la margarita ha tenido siempre un ‘sanbenito’ de flor de la pureza y la inocencia.
Y cómo no, la sapiencia agraria tiene su propia acepción para la margarita. En la Edad Media, entre los agricultores existía la creencia de que las margaritas servían para saber cuántos años le restaban a una doncella para contraer matrimonio. Sólo tenía que arrancar un manojo con los ojos cerrados y al abrirlo, en función del número de margaritas con capullos recién abiertos, sabría el número de años para casarse. Y también los sabios hortelanos explicaban que la primavera no había llegado de forma ‘oficial’ hasta que al pisar el verde campo no aparecían debajo de su zapato 12 margaritas.
Claro que las creencias populares también denotan acepciones negativas para las margaritas. ¿Alguien no te ha dicho alguna vez que si en otoño o invierno sueñas con ellas es un mal fario?
Y también, como en la mayoría de los casos, esta flor tiene asociado un significado en función de su color. Así, la blanca está relacionada con la belleza; la margarita con el amor leal; las rosas o rojas con el amor impetuoso; las azules con la felicidad y las multicolor con la alegría.
De momento, yo me quedo aquí con una deshojando sus pétalos y pensando si os ha gustado este artículo o no os ha gustado. Y ya sabéis que si queréis un precioso ramo de margaritas, no tenéis más que pedirlo. En un solo click. En Floristerías Bedunia.