La Flor de Pascua se ha convertido en el emblema universal de la Navidad en muchos países pero especialmente en España, donde en los últimos años marca las celebraciones navideñas.
Pero también está muy relacionada con la buena suerte. De hecho, en nuestro país se ha convertido en tradición regalar una flor de Pascua a nuestros seres queridos para desear buena suerte y, de paso, anunciar la llegada de la Navidad. Por ello, es un obsequio cada vez más demandado para entregar a amigos o familiares, así como un regalo cada vez con más tendencia en los obsequios de empresa.
Se trata de un arbusto cuya altura varía de forma significativa, con unas hojas dentadas de color verde oscuro que se vuelven rojas durante su florecimiento en invierno. Todo ello gracias a una característica imprescindible para mostrar su belleza: es necesario que la planta no reciba luz durante doce horas desde octubre hasta la época navideña.
La Flor de Pascua necesita un cuidado especial si queremos prolongar su belleza más allá del periodo navideño. Se debe mantener a una temperatura agradable, evitando golpes de calor con calefacciones o braseros, ya que lo ideal es que se mantenga en estancias con temperaturas entre los 16ºC y 21ºC. Tener la calefacción con más grados facilitará que se caigan las hojas.
En cuanto a la luz, es importante que reciba claridad, pero no de forma directa los rayos del sol, mientras que no conviene regarla demasiado. Tan solo es necesario hacerlo una o dos veces por semana. Se trata de que la tierra esté húmeda, por lo que es aconsejable optar por poner agua en un plato en lugar de hacerlo directamente. También se puede pulverizar agua sobre las hojas en caso de que la temperatura de la calefacción sea demasiado alta. Pero insistimos, no encharcarla de agua porque eso provocaría un aspecto marchito que facilitará la caída de sus hojas.
Por último, os contamos brevemente la historia de la Flor de Pascua, símbolo de pureza para los aztecas, y con un significado muy unido a la religión ya que el color rojo de las hojas simbolizaba la sangre de los sacrificios que se llevaban a cabo.
Tras la conquista de América, comenzó a ser indispensable en la decoración de los nacimientos durante la Navidad y en el siglo XIX se introdujo en Estados Unidos donde un botánico llamado Poinsett comenzó a cultivarla en Carolina del Sur. Precisamente, por ello también se le conoce como flor Poinsetia. De hecho, en EEUU el día 12 de diciembre se le dedica a esta flora.
Símbolo de la Navidad, su color se convierte en el emblema de numerosas mesas y centros de mesa.
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